La palabra edulcorante significa que endulza, sea este efecto con o sin calorías. Para ponerlos en contexto, el azúcar blanca y la estevia son edulcorantes pero la primera aporta calorías y la segunda no.
Así como la estevia, contamos con muchos otros edulcorantes no calóricos que proponen esta idea de que puedes consumir azúcar sin sentirte culpable de las libras extras. Pero, ¿qué pasaría si les cuento que a pesar de que teóricamente no tienen calorías, si tienen un efecto en aumento de peso y en afectar su salud?
Recientemente inundaron los titulares en la prensa sobre cómo el Aspartame, un edulcorante no calórico usado ampliamente de forma industrial, podría relacionarse con cáncer. Esta es una historia que se ha repetido constantemente y a la que muchos estudios científicos se han unido para poder proveer la evidencia necesaria para tomar conductas contundentes, pero aún falta más evidencia.
Actualmente la lista de edulcorantes no calóricos es cada vez más larga, para mencionar algunos están: el aspartame, la sucralosa, los glucósidos de steviol o estevia, Luo Han Guo/Kuo o fruta del monje o monkfruit en inglés, acesulfame K, Eritritol, Alulosa y otros. Algunos utilizan el concepto de natural o artificial para describir uno u otro pero los objetivos y beneficios propuestos son finalmente muy parecidos.
Cada vez que un paciente nos consulta si puede utilizar un edulcorante, nos encontramos con la disyuntiva de si es una manera eficiente de realizar una transición saludable de una dieta muy alta en azúcares a una más equilibrada. La realidad es, que perpetuar el consumo de edulcorantes no calóricos es también continuar la adicción o apego a los azúcares y lo que esto representa desde el punto de vista metabólico. (Cavagnari, 2019)
Hoy, la evidencia científica es contundente sobre el efecto de los edulcorantes en aumentar el tejido graso en los pacientes, así como, mantener la sobre-estimulación de las papilas gustativas con lo dulce, promoviendo a su mayor consumo. Una enfermedad que se ve ampliamente afectada es la diabetes, pues se les propone a los pacientes el consumo de estos edulcorantes como una alternativa confiable cuando no contribuyen positivamente al control de la enfermedad. (Villagran, 2020)
Los edulcorantes se asocian con aumento de peso, sean calóricos o no. (Manzur-Jattin, 2020). Aquí les comparto algunas teorías por las que los edulcorantes podrían producir otros problemas (Pepino, 2015):
Alteraciones en la respuesta en la respuesta neuroendocrina ante el consumo de alimentos con sabor dulce, lo cual afecta el metabolismo de la glucosa y de las grasas, y predispone a ganancia de tejido adiposo.
Afectación de la microbiota intestinal que causa niveles más altos de glicemia al momento de la ingesta de glucosa y por tanto altera respuesta a la insulina.
Interacción con los receptores de sabor dulce en el intestino, que altera la respuesta de la insulina ante la ingesta de glucosa.
De forma resumida, debemos actualizar en las recomendaciones a nuestros pacientes que no hay edulcorantes saludables, que debemos reeducar nuestro paladar, romper con hábitos de la niñez y del entorno e iniciar un camino hacia el menor consumo de azúcar en todas sus versiones.