Desde hace muchos años venimos hablando de los daños desde el punto de vista médico que la tecnología mal usada puede producir en los niños, y recientemente, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) advierte: “Tecnología en la educación: ¿una herramienta en los términos de quién? Un informe del 26 de julio, 2023, presentado en Montevideo, Uruguay, con la participación de expertos y 18 ministros de educación de distintas partes del mundo.
— Las evidencias demuestran que los beneficios del aprendizaje desaparecen si la tecnología se utiliza en exceso o en ausencia de un docente calificado.
— ¿Es sostenible? podría ser sostenible para los países desarrollados e insostenible para el resto del mundo. Su ritmo de cambio es tan vertiginoso que obliga a los sistemas de educación a adaptarse a ella muy rápidamente y cuando lo están logrando, ya se ha vuelto obsoleta.
— ¿Es equitativa? El uso de la tecnología durante la pandemia Covid-19 fue muy útil para todo el que la pudo adquirir, pero dejó fuera a 500 millones de niños en los países más pobres.
— ¿Es aplicable? Se necesitan evidencias confiables y cuando estas se obtienen de las propias empresas tecnológicas existe el riesgo del sesgo.
— El uso constante de la tecnología por nuestros niños y jóvenes puede descuidar habilidades como la escritura, el cálculo mental y la lectura impresa, que son habilidades que no deben echarse de lado en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
— El uso constante de la tecnología fomenta el aislamiento social, descuidando las relaciones interpersonales, una condición innata del ser humano.
— Los niños con mejores habilidades de lectura tienen menos probabilidades de ser engañados con el phishing o suplantación de identidad o por ransomware (software malicioso).
— Según la UNESCO, solo el 16% de los países garantizan por ley la privacidad de los datos en la educación, y según un análisis, el 89% de los 163 productos tecnológicos educativos pueden afectar a los niños. Además, 39 de los 42 gobiernos que impartieron educación en línea durante la pandemia, fomentaron prácticas que ponían en riesgo o vulnerabilidad los derechos de los niños(as).
En fin, los daños potenciales que la tecnología puede producir a nuestros niños y jóvenes en el hogar y en las aulas no son propios de la tecnología, sino, del uso inadecuado de la misma. Muchas veces como resultado de padres y educadores que no han sabido cumplir sus roles. l