Sí, el verano también es temporada de alergias. Aunque en estaciones de transición, como la primavera y el otoño, es cuando más se habla de ellas, durante la época estival es frecuente un aumento de alergias asociadas a la exposición al sol y las variaciones del clima.
El doctor Iván Peñafiel, alergólogo e inmunólogo clínico, explica que las alergias aeroambientales son las que más se presentan durante el verano. “Estas alergias se deben a que nuestro sistema inmune reconoce como grandes enemigos a productos que se encuentran en el ambiente: los ácaros que formarán el polvo del hogar, los mohos de la humedad, la caspa de perro, gato y diferentes pólenes, reaccionando de la misma manera que lo harían frente a un ataque real, por ejemplo, frente a un virus”, refiere.
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Por lo regular, afectan a los ojos y la nariz. En los ojos se manifiesta con un intenso picor, lagrimeo, hinchazón, dolor y enrojecimiento, mientras que en la nariz se genera picor, se produce mucho moco o secreción, estornudos e inflamación.
En el caso de que los aeroalergenos lleguen al pulmón, éste tratará de eliminarlos mediante una tos seca persistente y, al inflamarse y quedar hinchado, duro y sensible, habrá falta de aire, opresión o dolor en el pecho.
Peñafiel explica que los pólenes que producen alergia son aquellos ‘aerotransportables’, “no es la rosa que tiene un polen pegajoso y pesado sino algunos árboles, matas y grama que tienen su polen liviano y que viaja por el viento centenares de kilómetros. Estas plantas inician su polinización en primavera y la continúan durante el verano”, dice el profesional.
En casa, mantener las ventanas cerradas durante el horario de mayor polinización y airear la vivienda en cortos periodos (entre las 9:00 de la noche y las 9:00 de la mañana o luego de haber llovido, que hay menor cantidad de polen).
Realizar lavados nasales (disminuirán la carga nasal de alergenos y los síntomas).
Mantener las ventanas del vehículo cerradas y poner filtros antipolen en el aire acondicionado.
Evitar contacto con la grama: evadir cortarlo o estar en contacto directo.
No secar la ropa en el exterior, así como quitarse la ropa antes de entrar al dormitorio y darse una ducha, para eliminar el polen pegado al cuerpo.