Naturalmente que la forma cómo gasto tiene consecuencias en mis finanzas personales. Si quiero modificar la situación que tengo, cambiar mi tipo puede ser un excelente camino para lograr lo que deseo. A continuación, te dejo los tipos de personas según su forma de gastar:
Las espléndidas: Muy amadas por muchos… mientras tienen para gastar generosamente. Por lo general, es una excelente forma de encontrar su entrada a los grupos. También de neutralizar momentos que no quieren tener, como los de tristeza. Salir de compras puede activar las dopaminas y hasta nos llegamos a sentir positivos. Mientras ganan más de lo que gastan en obligaciones pueden darse el lujo de ser espléndidos. Lo malo es que, como para mantener toda adicción, hay que aumentar el estímulo, en este caso, los gastos. Las consecuencias son: no creación de patrimonio y posibles endeudamientos escalonados.
Las escaladoras: Buscan incesantemente subir de estatus. No miden las consecuencias de comprar un nuevo teléfono, vestimenta de moda, auto o unas vacaciones pomposas. Algunas ingresan en un deporte solo porque es el que practican las del estatus que quieren alcanzar. Son guiadas por la necesidad de reconocimiento, debido a un déficit, o varios, en su pasado. Suelen buscar más ingresos, luchan por el crecimiento profesional. Lamentablemente, lo gastan todo en querer estar en un nivel de gastos para el que sus ingresos aún no alcanzan.
Las despreocupadas: Sus espíritus las guían. Viven desde lo más profundo, actuando desde lo más superfluo. Compran por estímulos, sin planificar y sin preocupación. No piensan en presupuestar, pero tampoco sueñan más allá. Caminan por la vida financiera sin ataduras, pero sin construcción. Estiran su dinero hasta el siguiente ingreso. El futuro les pasa factura, sus años después de dejar de trabajar son un viacrucis.
Las medidas: Todo lo planifican, no se salen de sus objetivos de corto plazo. De ponerse metas, las cumplen, a costa de los que muchos llaman sacrificios. Su gran inconveniente es el de poder lograr el equilibrio entre el disfrute y el miedo al desequilibrio. Al cabo de unos años, las amistades, por un lado, les critican; por el otro, quisieran lo que han logrado. Sin mucho apuro logran un futuro sin deudas, aunque sin abundancia.
Las miedosas: Ahorradores por miedo, no por objetivos. Guardan todo lo posible dejando de vivir. No miran al futuro calculando lo que necesitarán, por lo que no disfrutan de lo ya logrado. Las preocupaciones por no tener, o endeudarse, son las que dominan su accionar. Alcanzan el patrimonio necesario para tener libertad financiera, pero por el miedo a perderlo no lo invierten bien para poder vivir de él. Quisieran seguir trabajando toda la vida, a pesar de no necesitarlo.
Las futuristas: Muy parecidas a las personas anteriores, solo que tienen un objetivo específico, su libertad financiera. Viven para vivir más adelante. Son muy pocas, pero existen. Ponen una edad a partir de la cual quieren vivir sin preocupaciones y se dedican a construir todo el patrimonio posible. El futuro es promisorio, aunque para los de su alrededor, el camino sea un desperdicio.
Las equilibradas: Quizá el punto ideal. Construyen su libertad financiera sin dejar de aprovechar su paso por los días. No se dan tanta vida como las despreocupadas, ni se retiran tan temprano como las futuristas, pero logran un camino ameno toda la vida.
Sería fácil pretender ser de un tipo o de otro, pero la realidad es que nuestra programación neurolingüística es quien comanda nuestros pensamientos, ellos son los que guían nuestras acciones y ellas construyen nuestros resultados.
Si quieres cambiar de grupo puedes hacer un plan específico a prueba de mentalidad. A nuestros asesorados le damos las pautas para que su mente no comande sus acciones, porque la inteligencia financiera lo hace por ellos y a pesar de ella.