Rebeca degusta ávida un taco al pastor en un local que funciona además como taller mecánico en Ciudad de México. Es una de las paradas obligadas de un recorrido por taquerías de la capital mexicana que atrae a miles de turistas.
«Nunca experimenté algo así, es totalmente único», comenta a la AFP Rebeca de Ávila, joven estadounidense que se sumerge en la urbe a través de uno de sus platillos insignia: carne de cerdo adobada, piña, cilantro y cebolla servidos sobre pequeñas tortillas de maíz.
Rebeca se refiere a la peculiaridad de El Vilsito, una taquería en cuyas instalaciones también reparan autos. En este lugar donde se consumen cientos de kilos de carne por día, mecánicos y cocineros apenas están separados por una delgada pared.
«Dicen que si usamos el aceite del taller para los tacos y yo les digo ‘¡no, pues cómo!’ O que si nosotros somos los mecánicos y luego venimos a trabajar aquí en los tacos«, comenta risueño Ismael Ortigosa, uno de los administradores del particular restaurante.
Hacia el mediodía, una grúa hidráulica levanta una de las cortinas metálicas del local, dejando al descubierto un espacio donde son acomodadas mesas y sillas.
Al lado, fijas, están la cocina y una barra que dan a la calle, donde de inmediato los empleados comienzan a armar tres enormes trompos de carne, adaptaciones del shawarma árabe, para ser asados.
Ubicado en el céntrico barrio Narvarte, El Vilsito destaca como destino de las excursiones por taquerías, si bien la capital mexicana -de 9,2 millones de habitantes- alberga unos 2,800 de esos restaurantes típicos, según cifras del sector.
«Es un puesto que uno nunca se podría haber imaginado, que podría ser en el día una cosa completamente distinta a lo que es en la noche», señala Christian Ávila, esposo de Rebeca.
Al caer la noche el lugar está abarrotado.
«Se van como si hubieran descubierto una cosa totalmente diferente», comenta Tonalli Palomino, guía turística de la empresa Eat México.
En una ciudad que en 2022 recibió a 11,9 millones de turistas, estos recorridos se han convertido en una manera de promocionar su atractivo y también en una pujante actividad económica.
Solo la firma Eat Like Local (Come como local, en español), otra de las operadoras impulsada por un grupo de mujeres, ha atendido a unos 6,000 visitantes desde 2015.
«El objetivo es compartir un poco de nuestra cultura, de la historia, de lo que es la comida que comúnmente se le llama auténtica, tratando de compartir lo que el mexicano come día a día», explica Tonalli.