Ir a vivir con la pareja antes de casarse, ¿es buena opción?

Tras un tiempo considerable de noviazgo estable, llega el momento de llevar la relación al siguiente nivel. Para gran parte de las parejas contemporáneas, el siguiente paso es vivir juntos sin casarse, bajo el argumento de que la convivencia permitirá conocerse mejor y saber si se llevan lo suficientemente bien como para contraer matrimonio en el futuro. 

Sí, suena bastante razonable, pero es un tema que divide opiniones, que incluso ha sido investigado por especialistas. Estudios han evidenciado que las parejas que vivieron juntos antes de casarse presentan más probabilidades de divorciarse que aquellas que esperaron para vivir juntas hasta después de la propuesta matrimonial.

Entonces, ¿qué es lo más recomendable? No hay una respuesta universal para esa pregunta. “Es una decisión muy subjetiva. Responde a deseos personales, a los acuerdos establecidos previamente y al nivel de compromiso para asumirlos”, explica Patria Santana, terapeuta sexual y de parejas de @mentalmenterd.

Mudarse juntos antes de estar casados, indica, puede ser beneficioso para conocer la compatibilidad en la vida diaria y mejorar la comunicación, pero también conlleva riesgos.  

Algunos pros de la convivencia antes del matrimonio que cita son:

Prueba de compatibilidad. Vivir juntos permite a la pareja experimentar cómo es compartir el día a día, lo que ayuda a evaluar la compatibilidad en aspectos como hábitos, responsabilidades domésticas y finanzas. Mejora la comunicación. La convivencia diaria puede fortalecer la capacidad de comunicación y resolución de conflictos, lo que es esencial para una relación a largo plazo. Reduce las idealizaciones. Ofrece una visión más realista de la pareja, ya que el convivir elimina las idealizaciones que pueden surgir cuando solo se ven en momentos planificados o citas. Evaluación del compromiso. Puede ser una forma de medir si la relación está lista para un compromiso más serio, permitiendo que la pareja se conozca más profundamente antes de dar el paso al matrimonio. Flexibilidad. Para algunas parejas, vivir juntos antes de casarse puede ofrecer flexibilidad, permitiendo experimentar la vida en pareja sin las presiones sociales o legales del matrimonio.

Por otro lado, entre los contras figuran:

Confusión sobre el nivel de compromiso. La convivencia no siempre está asociada a un compromiso formal y esto puede crear diferencias en las expectativas sobre el futuro de la relación, causando conflictos. Inercia de la relación. Algunas parejas pueden sentir que deben casarse después de convivir por mucho tiempo, no necesariamente porque sea lo mejor para ellos, sino por presión o inercia. Impacto en los valores personales o familiares. Para aquellos que tienen fuertes creencias religiosas o familiares sobre la importancia del matrimonio antes de la convivencia, este paso puede generar tensiones y sentimientos de culpa o conflicto interno. Posible pérdida de sentido del matrimonio. La convivencia puede disminuir la sensación de urgencia o deseo de casarse para algunas personas, lo que puede causar diferencias si uno de los miembros de la pareja ve el matrimonio como un objetivo importante. Legalidad y protección. A diferencia del matrimonio, la convivencia puede no ofrecer las mismas protecciones legales en caso de ruptura, lo que puede dejar a una de las partes en desventaja financiera o emocional si la relación termina.

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No siempre llegan al matrimonio

Hay que estar conscientes de que, aunque el plan a largo plazo sea el matrimonio, no todas las parejas que deciden irse a vivir juntas llegan a casarse. “Esto muestra una panorámica en la cual los individuos comienzan a optar por la unión libre, no solo como una experiencia previa o experimental al matrimonio, sino realmente como una forma de unión y de vida en pareja”, comenta Santana.

Es por esa razón que la psicóloga considera crucial que ambas partes tengan conversaciones abiertas y honestas sobre sus deseos y expectativas. Aceptar vivir en unión libre con la esperanza de que la pareja cambie de opinión más adelante, no debe ser una opción.  

«Muchas veces, una de las partes piensa que el acceder a la unión libre implicaría que a largo plazo el matrimonio llegaría a ser una muestra de compromiso por parte de la pareja, pero cuando esto no sucede, la relación puede verse afectada por la desigualdad en las expectativas, el resentimiento, la inseguridad y posibles conflictos recurrentes”, asegura. 

En el peor de los casos, la relación puede llegar a su fin. Las rupturas tras convivencia en unión libre pueden ser emocionalmente difíciles porque, aunque la conexión emocional y la vida compartida se pierden, la persona puede sentir que no hubo una pérdida formal, como un contrato matrimonial, lo que deja una sensación de vacío y confusión sobre cómo procesar el fin de la relación.

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«La decisión de vivir juntos antes del matrimonio o casarse directamente depende de las circunstancias individuales y de las preferencias de cada pareja. Lo más importante es que ambos miembros de la pareja estén alineados en sus expectativas y valores» Patria Santana Terapeuta sexual y de parejas

Antes de tomar una decisión…

«Es importante que cada miembro de la pareja evalúe sus propios valores en relación al compromiso, la convivencia y el matrimonio. Si ambos comparten la misma visión y expectativas sobre lo que significa vivir juntos, el proceso puede ser una oportunidad de crecimiento. Si no, puede causar dificultades, refiere Santana.

A las parejas que se debaten entre si vivir juntos antes del matrimonio o casarse directamente, aconseja:

1. Evaluar expectativas y deseos

Conversación abierta. Hablen sobre sus expectativas y deseos respecto al matrimonio y la convivencia. Asegúrense de que ambos estén en la misma página sobre lo que esperan de la relación y el futuro. Objetivos personales. Consideren cómo el matrimonio o la convivencia se alinea con sus objetivos personales y profesionales.

2. Reflexionar sobre la compatibilidad

Evaluar la compatibilidad. Reflexionen sobre su compatibilidad en aspectos como hábitos cotidianos, responsabilidades domésticas y finanzas. ¿Cómo manejarán las diferencias y los conflictos? Prueba de convivencia. Si optan por vivir juntos, usen esta experiencia para evaluar si pueden adaptarse a la vida en común y cómo manejan los desafíos.

3. Considerar el impacto en la relación

Comunicación y compromiso. Evalúen si la convivencia o el matrimonio mejorará su comunicación y compromiso. ¿Cómo afectará cada opción a la relación a largo plazo? Redefinir expectativas. Tengan en cuenta que la convivencia puede cambiar la dinámica de la relación, mientras que el matrimonio ofrece un compromiso formal.

4. Reflexionar sobre valores y creencias

Valores personales y culturales. Consideren cómo sus valores y creencias personales y familiares influyen en su decisión. ¿Qué importancia le dan al matrimonio y a la convivencia en su contexto cultural? Impacto en la familia. Piensen en cómo la decisión afectará a sus familias y relaciones sociales.

5. Evaluar la estabilidad financiera y legal

Aspectos legales. Infórmense sobre las implicaciones legales de la convivencia frente al matrimonio, especialmente en términos de derechos y protección en caso de ruptura. Planificación financiera. Consideren cómo la convivencia o el matrimonio afectará su situación financiera, incluyendo la gestión de bienes y deudas.

6. Tomar una decisión consciente

Reflexión y tiempo. Tómense el tiempo necesario para reflexionar sobre sus opciones sin presiones externas. No apresuren la decisión y asegúrense de que ambos se sientan cómodos con el camino elegido. Consulta profesional. Si tienen dudas, pueden considerar consultar a un terapeuta de pareja para explorar sus sentimientos y preocupaciones de manera más profunda.

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