Minúsculas: Ricardo Cabrera, no hay equilibrio

En más de una borrachera, desde los días del parque Duarte hasta la fecha, le he dicho a Ricardo que nunca ha escrito nada mejor que Hacia Yukahú. Dicho pronto y mal, es un libro de poemas cargado de referencias de la cultura taína, la historia colonial, el rock, Luis (El Terror) Días, misticismo, blasfemia y rituales salidos de quién sabe dónde.

El resultado es un poemario muy breve, pero con poemas llenos de intensidad e imágenes fuertes. En la época en que Ricardo escribió este libro, venía de meterse en roles de heterónimos y de tragarse las teorías poéticas de Ezra Pound. A la vez, una dosis alta de juegos de lenguaje, imitación de ritmos con las palabras y uso de arcaísmos mezclados con neologismos, hacen que haya que superar una primera barrera para acceder al contenido final.

Ezra Pound, Luis Días, Zacarías Espinal, Espineta, Tom Waist y Góngora forman parte del sistema nervioso sobre el que encarna Ricardo Cabrera su poética.  Parte de la premisa, y aquí parafraseo su libro de Sayo, de que no hay equilibrio, pero tampoco hay no hay. Asumiéndolo desde ahí, tanto un manatí como una guitarra estratocaster para Cerati poseen las mismas dimensiones místicas.  

En Ricardo, que es uno de los poetas nacidos en los ochenta, confluyen las referencias rítmicas, alquímicas y propias del quehacer de las calles. En él, Góngora cabe en el escupitajo de un motoconchista y existe poca o ninguna diferencia entre el cuerpo del poeta judío Paul Celan y el del bachatero Rafo El Soñador goteando por el puente de la 17. 

Decía el escritor dominicano Rey Andújar, hablando de la edición de Hacia Yukahú hecha por la editorial Zompopo: “El poeta Cabrera escribe como si fuera dueño del Caribe y esclavo del tiempo. Vive feliz en su humo y su jungla. Le entra a bofetadas a nuestra realidad, la confunde con el lenguaje, que es a la vez, la materia finita de su deseo”.

Volvamos atrás, no hay equilibrio. El eje de las cosas está en todas partes y en ninguna. Y aquí hay raíces de referencias que vienen de mucho más atrás, de la poesía árabe que ha llegado a Occidente, incluso de los textos de Paracelso.

Sólo una cosa más: viendo la poesía de Ricardo Cabrera en retrospectiva, su visión del poder me hace encontrar semejanzas con el análisis que hace José Carlos Nazario en su libro «²Op Cit. Y por eso, el papel de Ovando, Bartolomé De Las Casas y los mismos taínos en su obra tienen que ver con opresiones, luchas y el mismo juego descrito por Nazario en otro registro.

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Sendero de doce versos

«Señor: Esa muchacha es bonita. ¿Por qué? Porque tiene el alma como un pedazo de algodón.» Zacarías Espinal

Es capricornio en el cielo y no he llegado a tu casa

Negra, ya moro por seca tierra

Ya ruedo sin grasa por motores solares

 Ahorcados   brincan  a  mis  cartas   sureñas

Negra,  ya  moro por secos surcos donde antes había  llantos dulces

Tela mojada en bateas

Idioma para pringamoza y guandul

Ya la casa  se me hace lejos

  Siento solo el resquemor de la cuaba alumbrar el vacìo

Negra,  en el cielo los algodones se pudren de plomo 

Dios está viendo todo este sitio malherido 

Mientras  escribo  el camino,  con  mi  cuerpo

RES NULLIUS

«Ahora comprendes que te pesan los tiempos, América te espera como carne de boda» Manuel del Cabral

Has venido aquí con tu   verbo y tu molde

Quien quiera un verso, lo escupe a lecho de vida

Has venido sin nada que decir pero las  armas

Decadente criatura   

Nos darás el corte, la ciencia,  el augurio 

Nosotros conocíamos  cohoba

Silvestre dios de la felicidad

Cuaba arde   

Ke  es   naboria,  

Ke son los astros rompiendo tus huesos de dragón

Cuaba arde   

Malditos manchan  nuestra casa con su blanco

Ke por infinitos -rayan y rayan la época 

Has venido a venirte con tu dicho, tu  saña 

Harapiento guamikena, mercenario   del reino, con la sangre Tiradentes 

Escribiste la historia de nuestra selva 

Con caucho – oro- mirra- astillas de naborias  buscando el idioma del humo

Cuaba arde   

Nazca el hedor de tus huestes en el credo   

Cuaba arde    

No escribiré sonetos, mi idioma será el Yuna.

Rémora la rema

Ritos especulan  una mujer culebra

Los insomnios  amortajan  tarde

Bija en el río

Bañamos las piernas aquellas, venidas del horizonte

Mujer culebra nos llora panteones de orgasmo

Mujer  y   río son el mismo fantasma

Permanencia 

Un súcubo de oro

Me devora con sus dientes de oro

Un viento de oro, agarro su seno de oro en el viento viejo 

De oro

Mastica mis ojos, mientras dibujo una momia con lágrimas de oro

Es cierto, me explicaba 

Las arenas son ébano de serpientes de oro en la madrugada

Un charco de oro miraba el ladrido de oro de un perro desnudo

Un aire, un viento de oro en el abrazo

Una carie de oro en la ventana de la sangre

Un caos sonando  en su oro, 

Una conciencia, una paria de oro

Expiran todos los alargados del mundo

Borrando su trono 

entre fríos de oro.

Dios errante

«Al perro que tiene dinero se le llama señor perro» Proverbio árabe

Hay un cenicero muy vacío en el borde de la mesa

también el borde de la mesa tenía un borde

un barco a medio morir

lleno de trigo y palabras

la sombra torcida del mar nunca nos hará dragones

queda la gota en la clavija

queda un hierro en el haber

esta mañana besé un botón  al sur del alcohol

cuánta escoria hace falta para hacer el canto de un cisne?

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