De los tacones en todas sus formas hasta la fiebre por las zapatillas deportivas, el camino de las tendencias del presente mira hacia el calzado plano: las bailarinas que aúnan comodidad, versatilidad y estética y que desde su creación hace varios siglos camina entre los circuitos de la moda.
«No es solo un capricho de la moda, sino que conecta con la nueva sensibilidad femenina de las dos últimas décadas, en la que la mujer reivindica que no es una mariposa ni un objeto de deseo para el hombre», explica a EFE el sociólogo experto en moda Pedro Mansilla sobre el auge de este calzado, elegante pero sobre todo cómodo y funcional.
Que las bailarinas han vuelto a los circuitos de la moda es un hecho irrefutable; París, Milán, Nueva York y Londres lo atestiguan con sus desfiles en firmas como Margiela y Molly Goddard, y también con sus invitadas, prescriptoras de moda que van desde Chiara Ferragni a Pernille Teisbaek y que las lucen en primera línea de desfiles.
Para Mansilla, este auge responde «a un movimiento de largo alcance» que sigue la estela del «Me Too» y la reivindicación de la mujer a su autorrealización. «Una mujer elegante no tiene por qué salir a la calle en medias y tacones a las ocho de la mañana bajo obligación, y la moda actual subraya este poder», explica.
De Marie Taglioni a los diseños propios
El último grito de las tendencias para este calzado se decanta por las que poseen una cinta para abrochar en la parte superior, suela completamente plana y textura satinada, que aparece combinado con vestidos, vaqueros, minifaldas y hasta pantalones deportivos en la actualidad; de Ganni a Gaimo, un referente en España de este calzado.
El diseño plano y de puntera redondeada o ligeramente cuadrada tal y como lo conocemos vio la luz por primera vez, según atestigua la historia de la moda, en los pies de la bailarina Marie Taglioni en el ballet de La Silfide, en 1832. Un diseño hecho en satén y de parte delantera reforzada, para poder así sostener el peso de forma uniforme.
La moda no tardaría en acoger este tipo de calzado al que se atribuía sofisticación y elegancia. Shiaparelli y Dior realizarían sus propios diseños en los años treinta, y la editora de Vogue Diana Vreeland las convertiría en democráticas al lucirlas cotidianamente y popularizándolas bajo el nombre «bailarinas».
De Audrey Hepburn a Jackie Kennedy, Brigitte Bardot o Grace Kelly, el calzado pasó a instaurarse en armarios de celebridades y también del resto de los mortales, en diseños con suelas de goma que aportaban más comodidad. Desde entonces, la moda ha enaltecido por temporadas este calzado, con auge en los setenta y los dos mil.
Junto a la Ópera de Paris se encuentra la firma Rose Repetto, marca fundada por la madre del bailarín Roland Petit, especializada en este tipo de calzado. La marca creó en 1956 bajo las directrices de Brigitte Bardot el modelo «Cendrillon» (cenicienta), que la actriz puso de moda en el filme «Y Dios creó a la mujer» (1956).
«Es un modelo que seguimos vendiendo, y es cierto que a día de hoy volvemos a tener un auge, especialmente de clientes más jóvenes por este modelo en textura satinada», explica a EFE personal de la marca desde su tienda en París.
Comodidad frente a estética
Si bien la connotación de mujer elegante pasaba hace décadas por el uso casi imperativo del tacón, las últimas generaciones han sido las encargadas de democratizar el uso de zapatillas deportivas en el día a día y combinadas no solo en códigos deportivos, sino con vestidos, faldas y trajes y para todo tipo de eventos.
La llegada de la pandemia en 2020 reforzó aún más la idea de la comodidad sobre la estética, impulsando las zapatillas deportivas como una prenda básica. Tras su auge, y la dicotomía entre la estética de los tacones y la funcionalidad de las zapatillas, la moda encuentra su punto medio ahora en este calzado.