Docenas de grupos de WhatsApp inundan nuestro teléfono móvil y roban constantemente la atención. Cada segundo, recibimos notificaciones de nuevos mensajes rompiendo nuestra concentración. Vamos al celular solo para encontrarnos un emoji, un video raro o un “voice” de cinco minutos y medio. El deseo es tirar el aparato al mar, pero sabemos que no es una opción.
Mucha gente opta por silenciar o salirse de grupos que los sacan de quicio o les roban demasiado tiempo. Por pura curiosidad, tiré por WhatsApp la pregunta de por qué la gente se sale de los grupos, y las razones me sacaron varias carcajadas, incluyendo algunas no pueden ser compartidas, por lo menos por aquí.
Les comparto los resultados de esta encuesta sin gran rigor científico pero muy aclaratoria sobre cuáles son los grupos que más salidas generan y por qué.
Familias tóxicas: todos tenemos tíos metiches, primos que no salen de una y hermanos que tienen un montón de tiempo libre. Te escriben un listín, o te graban un mensaje de 10 minutos esperando respuesta inmediata de un tema que ni te importa ni te concierne. Y para colmo, estás en medio de una reunión y todo el mundo mirándote. Uno se sale del grupo para preservar su salud mental o para no enemistarse con media familia faltando tan poco para navidad.
Grupos de colegio: de tu promoción o la de tus hijos. Dice la leyenda que estos grupos pueden acabar con la paciencia de Job y la de todos sus familiares. Se arma un chanchullo por cualquier nimiedad y la tarea de los hijos súbitamente se convierte en la de los padres porque hay dos o tres que no quieren soltar. Es preferible tener una amiga, madre de otro niño, que te filtre la información y comente solo los chismes importantes o de cualquier reunión obligatoria. Fuera de eso, hay que salirse silenciosamente. Si te encuentras con alguna de esas “madres modelos”, siempre tienes la excusa de que cambiaste el celular, te hackearon la cuenta y se te perdieron todos los contactos.
Grupos intolerantes: abundan en los caminos digitales. Personas que entienden que sus creencias deben ser compartidas por las malas y no respetan las disidencias, ni cuando amablemente les pides parar o bajar la intensidad. Consumen y comparten propaganda como adictos y se creen todo lo que les dicen afín a sus creencias, aunque su fuente primaria sea Times New Roman. Crean situaciones intolerables, faltan el respeto y cuando uno les reclama, se victimizan. De esos grupos se huye, no se sale.
Grupos profesionales y afines: comienza siendo un grupo de ingenieros, veterinarios o mercadólogos para compartir informacion del gremio y con el tiempo deviene en compartidera de fotos familiares, mujeres en bikinis, videos pornográficos y cadenas de oración. Al final no encuentras la razón profesional o humana para continuar. Para eso están otros grupos. Salga sin remordimiento.
Grupos de cumpleaños: se arman “ad hoc” para una juntadera o actividad especifica. Una vez pasado el cumpleaños, la despedida de soltera o la razón única por la que ese grupo se armó, corra por su vida. No es necesario quedarse un minuto más, no vaya a ser cosa que termine uniéndose a un negocio que no quería o teniendo que apoyar “por presión de grupo” cualquier otra actividad o venta que se genere. Despídase amablemente hasta el próximo junte.
Los Ex: aquí están las exparejas, la familia de las exparejas, los amigos de las exparejas, los ex compañeros de trabajo y un largo etcétera. Puede ser que ya no pertenezcas a ciertos grupos porque dejaste de asistir a ese gimnasio, a esa iglesia, a ese salón o grupo de lectura. Las razones para pertenecer ya no existen. Puedes salir por las buenas o por las malas, pero es preferible ni enterarte de lo que pasa por ahí. Es mejor decir “en su boca quedo” y adiós.
La lista de grupos y razones para estar o para salir son infinitas. Lo cierto es que para preservar la paz mental y rendir el tiempo hay que gestionar los grupos con los que interactuamos. Es una decisión.
Y tú, ¿por qué te sales de los grupos?