La dopamina (también nombrada como hormona de la felicidad) se libera en el proceso que sentimos placer. Por ejemplo, si nos gusta el dulce y comemos uno, se riega el neurotransmisor llamado dopamina y nos sentimos contentos.
En la antigüedad los humanos teníamos muchos menos momentos de placeres. Atrapábamos una presa para alimentarnos, nos dábamos un beso, saltábamos un obstáculo, etc. El mundo a evolucionado y los momentos de placer se han multiplicado impresionantemente.
La presa es hoy una compra, como un vehículo, un buen jamón, una botella de vino, una cena en un restaurante, unos zapatos nuevos, el teléfono de última generación, etc. Casi todo adquirido con dinero o por intercambio.
Nuestra dopamina tiene más trabajo que nunca, y esto tiende a mantener confundido a nuestro cerebro.
—¿Cómo así, Diego Sosa? ¿No es bueno tener muchos momentos placenteros?
Las encuestas muestran que los humanos hoy somos menos felices que antes. Es más, somos cada vez menos felices.
El gran problema viene porque que se ha convertido en una adicción. Si no siento la dopamina corriendo, siento que soy infeliz. Ya no tenemos punto neutro, como era antes. Mientras más tiempo “dopaminado” tengo, más tiempo con dopamina quiero. Para muchos, no estar influenciados por la dopamina los hace sentir tristes o aburridos.
Las compras compulsivas, las salidas más allá de mis posibilidades, los tarjetazos, etc., todos son posibilidades de volver a subir la dopamina… pero tienen sus consecuencias.
Vivimos en la época de los créditos. Todo lo que se adquiere con dinero y que liberará mi dopamina puedo adquirirlo aunque no me haya ganado aún el dinero de comprarlo, siempre y cuando no haya maltratado mi imagen crediticia.
Usar dinero prestado para comprar suele iniciar con la tarjeta de crédito y luego llevar a un préstamo (ya sea formal o informal), para así liberar las tarjetas… y volverlas a usar. Un círculo vicioso que suele terminar en una mala imagen crediticia, muchos dolores de cabeza y un arrastre de infelicidad que para qué te cuento.
—¿Cuál sería la solución?
Un ayuno de dopamina. Así le han llamado a una manera de liberarnos de esa adicción.
Si quiero ponerle fin a mi problema de deudas, lo primero es encontrar la causa. Si es la búsqueda de alegrías que colma el gasto de mi dinero, debo trabajarme a profundidad para poder deshacerme de tal inconveniente.
Algo interesante sobre nuestra amiga “Dopa”: El sistema dopaminérgico se activa con la expectativa de la recompensa y no como se creyó en un principio, que era con la recepción de ella. Él nos ayuda a lograr la recompensa.
Plantearnos metas de mediano y largo plazo, con buenos planes y estrategias, nos puede hacer liberar dopaminas sin la necesidad de endeudarnos para obtener la misma recompensa.
Ya sé, es más fácil no esperar y obtenerlo ahora. Pero, ¿no tendrás que usar parte de tu dinero futuro para pagar intereses de préstamos no productivos? Ese dinero te puede servir para lograr otras recompensas… y hasta mucho mayores.