El Festival de Venecia se prepara para reabrir sus puertas y su director, Alberto Barbera, ha prometido a Efe que será una edición de «gran cine» con algunos de los títulos más esperados del otoño. «Daremos una visión a 360 grados del panorama actual», avanza en la víspera de la apertura.
«Como siempre, ofreceremos un equilibro pretendido entre el gran cine que todos se esperan de un festival de prestigio y un trabajo de exploración de las cinematografías emergentes», asegura en una pausa del alud de trabajo que le ocupa el día antes del arranque de la Mostra.
Y agrega: «En definitiva, una visión a 360 grados de lo que está ocurriendo en el cine».
Detrás de todo esto hay un esfuerzo titánico. Barbera, de hecho, dedica su vida al certamen y, en esta ocasión, ha recibido más de 4,100 propuestas, que revisa con un equipo de catorce colaboradores.
Pero tampoco esconde los quebraderos de cabeza que suscitó la huelga de actores y guionistas de Hollywood.
Porque, como es natural, esta pugna laboral no solo implica un jaque a las producciones en Estados Unidos, sino que, al afectar a la meca del cine mundial, también tiene repercusiones en los festivales de medio mundo que acogen los estrenos. Y Venecia será el primero.
Por eso, en un principio se llegó a temer lo peor, ausencias sonadas, promociones fallidas, estrenos retrasados… pero finalmente Barbera cree que no será para tanto y que el certamen tendrá «suficientes» celebridades.
«No todos vendrán, pero digamos que, en cualquier caso, tendremos un número suficiente de estrellas para garantizar que no se desperdicia completamente la alfombra roja», subraya.
Los organizadores del famoso certamen italiano habían cerrado su programa el 12 de julio y la huelga se proclamó solo dos días después. «Llegamos a creer que corríamos el riesgo de perder todas las películas estadounidenses», reconoce Barbera.
Finalmente solo se ha caído una, aunque ha dolido: «Challengers», la última de Luca Guadagnino con Zendaya, que debía abrir el Festival, pero se ha retirado ya que su productora prefirió retrasar su estreno a tiempos más calmados para contar con el poder promocional de la estrella juvenil.
«Todos los demás títulos han sido confirmados. La única diferencia es que una parte de los actores no vendrá. Los vinculados a estudios o plataformas que estén en huelga no pueden participar en la Mostra por lo que tendremos menos en las alfombras rojas, pero estarán todos los directores», explica.
Desde mañana hasta el 9 de septiembre, cuando se proclame el nuevo ganador del León de Oro, pasarán por el Lido veneciano Sofia Coppola con su biopic sobre la mujer de Elvis, «Priscilla», y todo el reparto ya ha confirmado su asistencia, también Jacob Elordi.
Se espera también la llegada de Adam Driver y Penélope Cruz, ambos protagonistas de la película «Ferrari» de Michael Mann; el chileno Pablo Larraín, con su sátira «El Conde»; o Jessica Chastain, rostro principal de la enigmática «Memory», del mexicano Michel Franco.
Por el contrario, han declinado su participación Bradley Cooper, director y protagonista de «Maestro», así como Emma Stone, protagonista de la última de Yorgos Lanthimos, «Poor things».
Barbera, desde 2011 al frente del festival de cine internacional más antiguo del planeta, es naturalmente un gran conocedor de la industria y, preguntado por la huelga en Hollywood, entiende muchas de las razones que han llevado a los artistas a dar la batalla.
Sobre todo la necesidad de proteger a los actores y actrices más vulnerables, los que normalmente no catan el glamour del Séptimo Arte, pero también apunta la exigencia de «regular la Inteligencia Artificial» y evitar que barra a sectores enteros de la industria.
«Se trata de un instrumento extraordinario, no hay duda, pero debe regularse. El riesgo de que sustituya el trabajo de sectores enteros como guionistas, autores o técnicos de efectos especiales es fuerte. La tecnología no puede ser condenada, pero hay que regularla», opina.