El espectáculo teatral «Juana La Loca… ¿locura o conspiración?» llena de notas azules el teatro dominicano este 2023.
La pieza, basada en la historia real de la reina Juana I de Castilla o Juana “La Loca”, es la apuesta teatral con el que el Teatro Nacional celebra su 50 aniversario. Este hecho de por sí es histórico, pero mayor es ver en escena, casi 30 años después, la adaptación de la premiada pieza “Retablo de la pasión y muerte de Juana La Loca” del músico y dramaturgo dominicano Manuel Rueda que mereció el Premio Tirso de Molina 1995 en España.
Bajo los hombros del teatrista Richarson Díaz recayó la adaptación que cuidó las expresiones y el lenguaje de la época, además de lucirse como el sacerdote, el confidente de Juana La Loca, interpretada magistralmente por la veterana actriz Carlota Carretero.
El productor y director Guillermo Cordero dejó la vara bien alta al usar el término de espectáculo teatral, porque así lo fue, al reunir a más de 80 artistas en escena, logrando transiciones importantes apoyadas en una movible escenografía en conjunto con las puntuales luces, el humo y la tecnología, haciendo que el espectador se sintiera en la España de los Reyes Católicos de 1479 a 1555, época en que nació, vivió y murió Juana La Loca.
En el Castillo de Tordecillas, donde vivió prisionera Juana La Loca por 46 años (y tal cual la obra original), en cada acto aumentaba la desesperación, el juego de poder, el encierro, la conspiración y la locura de Juana, quien vivía allí de los recuerdos, especialmente del amor y hasta si se le puede llamar de la obsesión hacia Felipe el Hermoso, cuyo papel fue llevado con excelencia por José Guillermo Cortines.
Pasión y tristeza
El montaje comienza con el sepelio de Felipe El Hermoso, esposo de Juana La Loca, con quien tuvo seis hijos, y donde Juana (Carlota Carretero) se enfrenta a su padre, el Rey Fernando y a toda la corte para finalmente ser llevada prisionera a Tordecillas. “¿El mundo, no es acaso, otra prisión para los humanos?”, decía Juana entre rabia y dolor.
La actriz Mary Gaby Aguilera (Juana joven) es sin duda la revelación de la obra. Ella reflejó el amor hacia Felipe el Hermoso por encima de sus obligaciones como reina, recuerdos que eran contados en el mismo acto y sin transición por Juana adulta (Carlota Carretero), quien miraba la escena a modo de ‘flashback’.
De igual forma, Mary Gaby mereció aplausos de pie con los fuertes diálogos con su madre, la reina Isabel la Católica, en la piel de la veterana actriz Elvira Taveras, también magistral.
El montaje contó con escenas entre los conspiradores brindando así una línea unificadora donde se percibía a una Juana que pululaba en un limbo eterno.
La pieza toca muy de cerca la política. Allí brilló con su actuación y sus frases Ernesto Báez (Rey Fernando), quien antepuso el poder sobre el destino de su hija. “Levántate, hija mía, una reina en el suelo es una contradicción”, dijo.
El actor Pepe Sierra llevó muy en serio su papel del Cardenal Cisneros reflejando los fuertes lazos que tenía la iglesia con la corona y la política. No solo aconsejaba que Juana estaba loca y no podía sostener la corona de España con la expresión “Ya os lo decía. ¡Delira!”, sino que honró la figura que inviste a un cardenal con sus gestos y caminar pausado.
Las palabras del deber y la razón también fueron apoyadas en Miguel Lendor (Obispo 1) y José Roberto Díaz (Obispo 2).
Se destacaron con sus roles Hony Estrella, (Beatriz de Bravante), Karina Noble (María de Ulloa), Miriam Bello (Fátima), Karla Hatton (Dama de Juana 2), Johanna González (Dama de Juana 1), Lucy Caamaño (Dama de Juana 3), Yuyú Ramírez (Dama de la Reina 1), Carmen Espinosa (Dama de la reina 2), Madeline Abreu (Aixa), Pablo Pérez (Marqués de Denia), Agustín Rousseau (Carlos V), Layla Taveras (Princesa Leonor), Josué Ureña (Príncipe Fernando Niño), y Miranda y Monserrat de León (Catalina Adolescente), entre otros.
Los vestuarios jugaron un importante rol al mostrar los lujos de la época en la corona.
El coro en vivo, cual si fuera un narrador, iba marcando al espectador los detalles buenos y los tristes hasta el desenlace de Juana. “Viva la Infanta viva, viva la infanta doña Juana” o “Pobre España, pobre Juana, ya sin esperanzas”, cantaban.
Tras poco más de dos horas, la pieza termina con el cruel paso de los años sobre Juana y el sacerdote, quienes ya son viejos. Llega la hora de la muerte de Juana con una luz iluminándose sobre ella y las palabras finales con voz fuerte del sacerdote en la piel de Richarson Díaz: “¡Descansa en paz, Juana!”.
Previo a subir el telón, hubo un largo preámbulo con los discursos de las autoridades que hizo que la obra comenzara a las 9:20 p.m.Hablaron el director del TN, Carlos Veitía, la presidenta de la Fundación Amigos del Teatro Nacional, Jenny Podestá, la ministra de Cultura, Milagros Germán, y la vicepresidenta Raquel Peña. Lamentablemente, cuando llegó su turno, la impaciencia y las quejas se apoderaron de la sala. La vicepresidenta expresó que también estaba ansiosa por ver la obra y solo leyó parte de lo que tenía escrito. A pesar de esta situación, que pudo evitarse siendo más resumida, ésta no afectó el montaje pues aún no había subido el telón.
Fotos: Kevin Rivas