Historia de la cerveza

«Es un día para que los amantes de la cerveza de todas partes hagan un brindis por nuestros cerveceros y para regocijarse en la grandeza de esta bebida», pensaron un grupo de amigos de California (Estados Unidos) alrededor de unas cervezas en un bar. 

Y así, desde un pequeño local de Santa Cruz, Jesse Avshalomov, Evan Hamilton, Aaron Araki y Richard Hernández lograron en 2007 la proclamación del Día Internacional de la Cerveza, una celebración que desde 2012 se ha estandarizado el primer viernes de agosto, el día 4 en 2023, con el objetivo de reunirse con amigos, disfrutar del sabor de esta bebida, honrar a los maestros cerveceros y celebrar a las cervezas de todas las naciones en un solo día.

Pero, aunque cada vez son más los países que se suman a esta fiesta, que cuenta con más de 200 ciudades y 50 países en su lista, algunos se mantienen fieles a sus tradiciones, como Alemania que celebra su Día de la Cerveza el 23 de abril o Estados Unidos, el 5 de abril.

De la sopa de cereales a la rubia 

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Los primeros indicios de la elaboración de cerveza datan de los sumerios en la Baja Mesopotamia, allá por el año 4,000 antes de Cristo, y probablemente como la mayoría de los descubrimientos, el azar tuvo un papel protagonista en su aparición. 

Fue a partir de un procedimiento para hacer el pan. Los encargados de elaborar este alimento, principalmente mujeres, descubrieron que, al humedecer el pan con agua, la levadura y la cebada fermentaba la mezcla que la convertía en bebida alcohólica, eso sí, con la mitad de concentración de alcohol que las actuales ligeras.

Grandes consumidores de este zumo de cebada fueron los babilonios, que heredaron la receta en una tabla de arcilla, la cual explicaba su fórmula. Incluso se mencionaba en el Código Hammurabi (1692 a.C), donde se exponían las leyes que regían Mesopotamia en la época, en el que entre los delitos que tenían una condena más dura estaba el de los vendedores de cerveza en mal estado, que perdían su vida por estropear el preciado brebaje.

El consumo de cerveza se extendió a Egipto, que la elaboraba mezclándola con miel, dátiles y canela y donde era considerada más que una simple bebida. En sus fábricas producían hasta cuatro millones de litros por año, tanto, que los graneros estaban prácticamente destinados a la cebada para su elaboración y la utilizaban como moneda de cambio.

Y de ahí poco a poco se fue extendiendo por todas las civilizaciones. Los griegos heredaron las técnicas de fabricación de los elaboradores de Egipto y a su vez traspasaron este conocimiento a los romanos, que la llamaron «cerevisia», en honor de la diosa Ceres de la agricultura. 

Aunque hubo que esperar hasta el siglo XIII, cuando a alguien, tal vez a un monje belga, se le ocurrió incorporar lúpulo a la cebada fermentada, aportando así ese toque amargo que hoy caracteriza a una buena cerveza y que marcó el fin de las turbias y dulces existentes hasta ese momento, más parecidas a una sopa de cereales, y que denominaban pan líquido.

Pero la auténtica época dorada de la cerveza comenzó a finales del siglo XVIII, durante la Revolución Industrial, con el descubrimiento de la nueva fórmula de producción en frío, que permitió el desarrollo de nuevos estilos basados en una fermentación a baja temperatura (lager), la rubia, como también se la conoce debido a la tonalidad de los tipos más comunes.

Adaptación a los nuevos tiempos 

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Desde sus orígenes, ya muy remotos, la elaboración del líquido dorado ha evolucionado mucho y sigue en constante transformación para adaptarse a los nuevos tiempos. Hoy en día, los productores apuestan por diversos aromas y sabores, el empleo de nuevas levaduras, la mezcla con otros ingredientes y la aplicación de distintas técnicas de maduración y envejecimiento. 

Además, los avances tecnológicos han hecho posible ajustarla a las necesidades de la población, como es el caso de las cervezas bajas en calorías o sin gluten, y el desarrollo de nuevas variedades sin alcohol.

Cuando se habla de cerveza se habla de un universo de opciones, hay tantas variedades como cerveceros hay en el mundo, dicen los expertos. Más de un centenar entre lagers y ales, colores que van del amarillo al negro intenso y distintos sabores gracias a las combinaciones de maltas, lúpulos o fermentación, incluso el tipo de agua. Casi todas las cervezas que existen pueden incluirse en tres tipos según su fermentación. 

La cerveza lager, la más elaborada en todo el mundo, se produce a baja temperatura, es suave, espumosa y refrescante y debe servirse fría. Antiguamente, se guardaban en almacenes para que se conservaran frescas y de ahí su nombre, lager significa almacén en alemán. A altas temperaturas se elabora la de tipo ale, lo que permite obtenerla con rapidez y sin necesidad de almacenarla. Con mucho carácter y graduación de alcohol, son las más típicas en las islas británicas, pero también en Países Bajos y Bélgica.

Y las de fermentación espontánea, una familia de cervezas que no se produce con levadura, sino que fermentan con la levadura presente en el ambiente mientras descansan un gran barril de madera. Actualmente está en auge la cerveza artesanal, la cual se prepara con agua, malta, lúpulo y cebada, pero sin conservantes que afecten su sabor. 

La cerveza es mucho más que una bebida, es el aliciente perfecto para sociabilizar y reunirse con amigos y familiares y, sea cual sea la elegida, en su Día Internacional brinda por todos aquellos que la hacen posible.  

(Texto: Amparo Mármol)

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