El famoso puente del Rialto en Venecia está atestado de visitantes este lunes en plena temporada alta que coincide con una recomendación hecha por la Unesco de que la ciudad sea incluida en la lista del patrimonio en peligro debido al turismo masivo y los impactos del cambio climático.
Los turistas parecen ajenos a las preocupaciones de la Unesco y toman fotos, arrastran sus maletas y comen helado alegremente.
Ashley Park, una turista de Nueva York de 28 años, relató que sabía que la ciudad estaría atestada, pero que eso no iba a arruinarle sus vacaciones.
«Obviamente si viviéramos aquí tener a todos estos turistas no sería divertido», reconoció.
Entre la multitud, Diego Nechifrovo, de 23 años, un agente municipal con una camiseta con el mensaje #EnjoyRespectVenezia (Disfruta y respeta Venecia) vela por el buen comportamiento de los turistas.
«A veces veo personas tirando una colilla de cigarrillo o caminando sin camiseta», contó señalando una bolsa de patatas fritas tirada.
Su peor recuerdo es una familia que se sentó para hacer un pícnic delante del Palacio Ducal.
Hace pocas semanas, un turista distraído cayó a las aguas, señaló Nechifrovo.
«Estaba tratando de sacar una buena foto», dijo.
«No vengan»
A unos metros, un vendedor de acuarelas tiene un signo que indica el camino a la Plaza San Marcos.
«Eso es lo único que quieren saber», relató Claudio, un veneciano que no quiso dar su apellido. «Vienen a Venecia porque es Venecia. Eso es todo».
Para él, los días en que turistas educados visitaban y disfrutaban de los museos e iglesias se acabaron.
«Los que vienen ni siquiera saben lo que es un museo. No es turismo cultural», afirmó.
Ellos tienen que ir a la playa, a las montañas, pero no aquí», pidió. «¡Por favor no vengan más!», concluyó.
La lista de desafíos que enfrenta Venecia es larga, desde la amenaza medioambiental del agua, a la huida de sus habitantes, que deja lo que muchos califican como una ciudad sin alma.
Hace dos años, Venecia se salvó de ser catalogada como patrimonio en peligro luego de que las autoridades italianas anunciaron la prohibición de entrar en el centro histórico para los grandes cruceros.
Pero el desvío de estas embarcaciones al puerto industrial de Marghera no tuvo un impacto en el exceso de turistas.
Cerca de 3,2 millones de turistas pernoctaron en el centro histórico de Venecia el año pasado, según los datos oficiales, una cifra que no incluye a las personas que visitan la ciudad por el día.
La Unesco incluyó a Venecia en la lista del patrimonio de la humanidad en 1987.
Este lunes el organismo alertó que «los impactos del cambio climático y el turismo de masas amenazan con causar cambios irreversibles» y advirtió que se necesita una gestión más sostenible del turismo.
Además, consideró que las medidas tomadas por Italia son «insuficientes» y que la resolución de estos problemas se ve bloqueada por «la ausencia de una visión estratégica común global».
Las críticas apuntan a que las medidas para contener el turismo han sido poco efectivas y llegan demasiado tarde.
Un plan de larga data para imponer un sistema de reserva para los visitantes que van por el día ha sido aplazado en varias oportunidades y ahora no se aplicará antes de 2024 por los temores de que perjudique el turismo y ponga en riesgo la libertad de movimiento.
En la Plaza San Marcos, Lorenzo Seano, un trabajador municipal de 21 años, intenta evitar que los turistas se sienten en las escaleras de los soportales circundantes.
Para Seano, el problema del turismo de masas va más allá de Venecia, pero ningún gobierno le ha hecho frente de una forma «estructural».
«Después de todo, hay mucho dinero que llega», afirmó.