Esta dolencia, que no es más que un grupo de enfermedades (A, B, C, D y E) que producen una inflamación del hígado, puede causar una serie de problemas de salud y llegar a ser mortal, si no se trata.
Con el objetivo de sensibilizar sobre esta dolencia, y en el marco del Día Mundial de Hepatitis, te contamos algunas curiosidades de esta peligrosa enfermedad, que causa la muerte a cerca de 1.4 millones de personas al año.
1. Las cinco cepas principales del virus de la hepatitis son las de los tipos A, B, C, D, y E. Si bien todas ellas causan enfermedad hepática, se diferencian en aspectos importantes, siendo las tres más comunes la hepatitis A, B y C.
2. Algunos tipos de hepatitis (A, B, D y E) son prevenibles mediante vacunación. Un estudio de la OMS determinó que de aquí a 2030 se podrían prevenir unos 4,5 millones de defunciones prematuras en países de ingresos bajos y medianos, mediante vacunación, pruebas de diagnóstico, medicamentos y campañas de educación.
3. La vacuna para combatir la hepatitis B previene que la tipo D se haga presente en el organismo.
4. La hepatitis D es la más grave y los pacientes que la presentan suelen tener antecedentes de hepatitis B. Esta enfermedad ocurre exclusivamente en personas infectadas por el VHB.
5. Las personas que contraen el virus de las hepatitis A y E casi siempre se recuperan y no necesitan tratamiento. En el caso de los virus B, C y D, la infección se puede tornar crónica y algunos pacientes pueden morir de cáncer de hígado o cirrosis, pero si la infección se detecta a tiempo puede tratarse con medicamentos. Los pacientes con virus de la hepatitis C pueden recuperarse por completo.
6. El virus de la hepatitis B es 100 veces más infeccioso que el VIH.Una mujer embarazada que tenga hepatitis B puede transmitir el virus a su hijo al momento del parto. Por eso la vacuna contra la hepatitis B administrada a los recién nacidos durante las primeras 24 horas es la medida más eficaz para proteger al bebé.
7. La hepatitis C puede desarrollar cirrosis hepática sin presentar síntomas, ya que el virus puede permanecer en la sangre de una persona sin presentar síntomas, incluso 20 años después hasta que produce inflamación y daño al hígado, lo que puede derivar en una hepatitis crónica, cirrosis o un cáncer de hígado. La buena noticia es que la hepatitis C se puede curar. Hoy en día existen medicamentos efectivos que en un lapso de tres meses el paciente puede recuperarse totalmente.
Comparten síntomas e incluso un mismo nombre, pero las diferencias entre las hepatitis A, B y C son muy notables
La trasmisión de los virus A y E se produce a través del agua y alimentos contaminados y las personas generalmente se recuperan sin necesidad de tratamiento. Para el virus de la hepatitis A existe ya una vacuna.
Los tipos B y C, que se transmiten por la sangre y las relaciones sexuales, provocan una enfermedad crónica y, en su conjunto, son la causa más común de defunciones relacionadas con cirrosis hepática, cáncer y hepatitis viral. La hepatitis B se puede prevenir con la vacunación. La C tiene cura pero si no se trata es mortal.