Primerizos o experimentados, clásicos o innovadores, aventureros o convencionales, aficionados a la cocina o poco amigos de los quehaceres culinarios, partidarios de la vida hogareña o fanáticos de las actividades fuera de casa.
¿En qué categoría de mamá y papá podrían incluirse usted y su pareja? ¿Quizá se autoclasificarían o definirían de otra manera?
Existe una gran variedad de tipos y estilos de padres pero todos tienen algo en común:
el reto de criar y educar a sus hijos, un trabajo de “24 horas diarias durante 7 días a la semana” para el que conviene estar preparado y en el que casi no se disfrutan de vacaciones, días festivos ni descansos de fin de semana.
“No existen respuestas ni soluciones mágicas para el difícil arte de la crianza, pero los expertos coinciden en todo se relaciona con el apego, esa inclinación natural a sentir que como adultos les ofrecemos a nuestros hijos la seguridad de un techo, el alimento y el abrigo en forma de ropa o de reconfortantes abrazos”, explica el especialista en educación Francisco Castaño.
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Con una dilatada trayectoria como orientador de padres, Castaño (https://francasta.es) está especializado en asesoría familiar para la educación de niños y adolescentes, y es autor del libro ‘Tu mejor versión como padre’, que ha sido publicado recientemente en formato audiolibro por Audible (www.audible.es), una plataforma de entretenimiento en audio de alta calidad.
Castaño ofrece cinco orientaciones para educar a un hijo y algunos ejemplos de cómo se pueden aplicar, a modo de orientación básica para ayudarnos a conseguir nuestra mejor versión como madres y padres en lo que a la crianza se refiere.
1. Realismo
Castaño señala que debemos “educar al hijo que tenemos, y no al que nos gustaría tener” es decir, educarlo en base a la realidad, en vez de hacerlo en base a las expectativas que nos generamos como padres sobre ese hijo y que a veces no se cumplen.
Si tienes un hijo introvertido, en una fiesta de cumpleaños se comportará acorde a su manera de ser, manteniéndose primero separado de los demás niños y acercándose a alguno de ellos poco a poco. Le costará hacer amigos, por más que te empeñes en que sea el alma de la fiesta, señala.
“Si te encuentras con alguien y tu hijo se esconde detrás tuyo, no puedes pretender que le dé un beso o salude a esa persona o hable con ella, dado que es introvertido, pero puedes enseñarle un mínimo de educación y a que le diga ‘hola’ a esa persona”, indica.
En cambio, “si tu hijo es extrovertido, tienes que tener cuidado con lo que dices en casa, porque seguramente se lo va a contar a la vecina en cuanto la vea.
Como madre o padre le tienes que explicar, poco a poco y con cariño, que no se puede decir todo lo que se oye”, explica Castaño.
2. Formación
Castaño considera que “la educación de los hijos es nuestra mayor responsabilidad en la vida” como padres y por eso necesitamos formarnos para cumplir ese propósito.
Salvando las distancias y solo como comparación simplificada para que se entienda la idea, este especialista señala que, del mismo modo que no por sentarse al volante de un coche se sabe conducir o no por subirse a un caballo se sabe montar, por el solo hecho de tener un hijo, no se tienen espontáneamente los conocimientos, práctica y habilidades necesarios para educarlo.
No basta con decirle a tu hijo que haga o no haga esto o aquello, o que se quede en un sitio cerca del tuyo, para que te haga caso de manera automática, según señala.
Del mismo modo que hay que hacer cursos para montar a caballo o aprender a conducir un vehículo, los padres necesitan recibir una formación para educar a sus hijos debidamente, sugiere Castaño, recurriendo a la misma comparación.
3. Aceptación
“Educar a un hijo no consiste en intentar cambiarlo”, enfatiza Castaño.
Señala que cuando él educa a su propio hijo, intenta inculcarle valores, enseñarle modales, procura que aprenda a esforzarse, también le enseña acerca del fracaso y a veces le dice que “no”.
Los padres deben aceptar que su hijo tiene su propia individualidad sin pretender cambiarle, pero esa aceptación no está reñida con el hecho de que tengan que educarle, según explica.
4. Ejemplo
Los padres “educamos más con lo que hacemos que con lo que decimos”, según Castaño.
“Somos los referentes de nuestros hijos. Ellos se fijan en nosotros, por lo menos hasta la adolescencia”, apunta.
Por eso, no podemos gritarle a un hijo que no grite, ni podemos decirle que deje de utilizar el teléfono móvil a cada instante durante todo el día cuando nosotros mismos utilizamos ese dispositivo sin parar, señala.
Para explicar este concepto, a Castaño le gusta citar una frase de Umberto Eco según la cual: “nosotros somos lo que nuestros padres nos enseñaron, cuando no nos enseñaban nada”.
Es que “aunque no nos demos cuenta, nuestros hijos siempre están mirándonos, siempre se enteran de todo lo que hacemos”, puntualiza.
Curiosamente, algunos padres o madres dicen “Mira, eso mismo lo hago yo” cuando observan determinado comportamiento en su hijo, sin darse de que su hijo va asimilando lo que ellos hacen.
Por eso, “debemos tener cuidado con lo que hacemos”, enfatiza.
5. Educación
“Todo se educa” señala Castaño y explica “eso quiere decir que, todo lo que uno quiera enseñarle a su hijo, ya sean valores, normas, pautas, habilidades sociales, tipos de comportamiento, formas de actuar en casa, respeto o cualquier cosa que se le quiera enseñar, todo eso requiere una educación”.
“No puedes decir ‘mi hijo es un vago’. Tu hijo no es un vago: quizá hoy no ha trabajado y mañana trabaje”, señala Castaño.
“Tampoco puedes afirmar ‘Mi hijo es torpe’. En lugar de eso, que no es cierto, una madre o un padre deben enseñar a su hijo a llevar un vaso sin que se le caiga. Por eso recalco: ¡Todo, todo, todo, se educa!”, concluye.