Eso que llaman retiro

Si yo tuviera que dar un consejo a los jóvenes como yo (casi 80), que estuvieran pensando en dejar de trabajar, les diría que el peor de los errores que se puede cometer en la vida es pensar en el retiro. Para pensar en el retiro hay que prepararlo desde mucho antes de vivirlo, llenarlo de actividades que te mantengan la ilusión y disfrutarlo agradecido y económicamente cubierto. Este último detalle es vital. Un viejo sin dinero huele mal.

Pero dejar de trabajar o de ser útil, solo conduce a la depresión y la pronta muerte.

Tengo un amigo que planificó viajar a la hora de dejar de trabajar y se organizó para eso, otro se compró un trailer y recorrió toda Europa y aún no para.

Hemos sido diseñados para trabajar, para realizarnos como seres humanos, para llegar al final de nuestras vidas habiendo sembrado lo mejor de nosotros mismos.

Yo, a los 72, fui descubierto como actor de cine y no me detengo; desde entonces, llevo 14 intervenciones en el mundo del cine. Escribo, hago entrevistas, dirijo una Casa de Teatro, actúo en un espectáculo para celebrar la vida y hasta viajo invitado para dar conferencias.

No se puede asumir con seriedad la edad que te señala el cuerpo, hay que vivir de acuerdo a la edad que te da tu espíritu y nuestra obligación es alimentar ese espíritu constantemente para que cuando llegues a este otoño puedas responder adecuadamente.

Muchos de mis amigos se ponen el pijama a las 4:00 pm y se plantan frente al televisor, y algunos están en toque de queda permanente sin salir desde que se acuesta el sol.

Tienen miedo a la vida y llaman a la muerte con su actitud.

Otros ya están muertos y no lo saben.

La clave para mantener la alegría es recurrir a nuestro banco de momentos, de emociones, de recuerdos positivos sin dejar que estos recuerdos nos atrapen en el pasado.

Desde hace mucho tiempo celebro cada segundo y cada día como si fuera el último, celebrar es parte del ritual cotidiano, celebro hasta los dolores de cabeza pues eso me indica que la tengo puesta.

Y algo que es vital para los privilegiados que hemos podido vivir tanto, amar con mucha intensidad, desatarse de las ataduras inútiles, vivir cada día más ligeros de equipaje y dar sin esperar nada.

Lloro mucho, tanto por las alegrías como por las tristezas, las lágrimas son excelentes compañeras y alivian y tranquilizan.

Cuando vienen los ciclones emocionales busco ayuda, invoco a mi Creador y ya no pido nada, solo le digo que se haga su voluntad y que me ayude a aceptarla con resignación.

Mi abuela decía: «Trata de que la muerte sea una sorpresa más, acéptala como destino, como puerta de salida y recuerda que el cielo es lo que nos espera»… y le creí.

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