Hace ya diez años que un fatal atraco cambió la vida de Francina Hungría. Una década después, podemos asegurar que Francina supo convertir “esos limones que le arrojó la vida en una deliciosa limonada” en forma de fundación para apoyar y promover mejores condiciones de vida en las personas con discapacidad visual.
Casi siete mil bastones blancos después, y un sinnúmero de actividades relacionadas con la educación, la Fundación Francina Hungría se ha convertido en una marca de gran credibilidad a nivel empresarial, de gobierno y hasta ante organismos internacionales.
“Hay mucha gente que se quiere vincular a nosotros. Y eso es chulo. Seguimos siendo un equipo pequeño, pero a nivel de proyectos hemos crecido abismalmente y te puedo decir que a nivel de impacto mucho más”.
Apuesta a la transición energética
De una gala benéfica a un congreso internacional, así se ha transformado la campaña “Bastón Blanco” de la fundación durante este tiempo, y que este año, en su novena edición, contará con la disertación final del doctor Carlo Ratti, que lidera el Senseable City Lab en el Massachusetts Institute of Technology (MIT).
“Hablamos del impacto de la transición energética en la autonomía de las ciudades, en el entendido de que una persona no puede ser autónoma dentro de una ciudad si el entorno no es accesible. Y no lo vemos desde la perspectiva de la minoría con discapacidad, sino que hablamos de todas las personas, en consonancia con la perspectiva de la convención por los derechos de las personas con discapacidad”, explica Hungría, para quien el hecho de integrar una temática distinta les permite llegar a otros públicos, con un nivel de incidencia en temas sociales que impactan a las personas con discapacidad.
Tema controvertido
José Beltrán y Francina Hungría. (JOLIVER BRITO)
Este año, como bien recalca José Beltrán, encargado de comunicación estratégica y diseño de proyectos de la fundación, decidieron buscar un tema que generara controversia. “Cualquiera pensaría que la transición energética no tiene nada que ver con accesibilidad o autonomía, pero cuando pensamos en autonomía de personas con discapacidad lo hacemos desde tres enfoques: uno transversal e integrador, porque nosotros necesitamos una ciudad para la ciudadanía, incluyendo las personas con discapacidad; dos, República Dominicana está en uno de los puestos de mayor riesgo en temas de cambio climático, de acuerdo a los índices globales, y uno de los desafíos que tenemos es cómo migramos de una energía a base de combustibles fósiles a energía limpia con unas metas a 2025. Invertir en esas metas va a implicar transformar infraestructuras y la fórmula en que se distribuye la energía impactando en el bolsillo de todas las familias, incluyendo las que tienen algún miembro con discapacidad. Y tercero, la transición energética va a suponer que ajustemos nuestros patrones de consumo, asumiendo como ciudadanos que la gestión de la energía nos atañe en términos de consumo responsable y eficiente”.
Francina Hungría asegura que, desde hace un tiempo, visualizaron en la Fundación que si trabajaban los temas únicamente enfocados en las personas con discapacidad a la gente no le llegaban, no se identificaban. De ahí que, hace ya un par de años, se plantearan primero modificar el entorno y así la gestión que hacían con las personas con discapacidad sí podía funcionar.
“No hacemos nada con tener programas de inclusión laboral si, al final, como quiera, las empresas no van a contratar, por ponerte un ejemplo. Entonces, todos nuestros proyectos están basados en que la comunidad con discapacidad, aunque sea una minoría, pertenece a una ciudadanía integral, así el abordaje es mucho más holístico y todos somos parte de las transformaciones que impactan a nivel de bienestar colectivo”, abunda Hungría.
Mejorar la ciudad
MIT News (CARLO RATTI LIDERA EL SENSEABLE CITY LAB EN EL MASSACHUSETTS INSTITUTE OF TECHNOLOGY (MIT).)
El próximo 12 de octubre concluirá la campaña con el III Congreso de Accesibilidad Urbana, bajo el tema “Impacto de la Transición Energética en la Autonomía de las Ciudades”, de la mano de Carlo Ratti, especialista en diseñar ciudades que respondan a toda la ciudadanía sin perder la eficiencia en el uso de los recursos con los que cuenta, que busca garantizar que la ciudad sea sensitiva y el ciudadano pueda involucrarse con las sensaciones que esta le transmite.
Con el sentido de humor que la caracteriza, Francina rememora una anécdota: “Literal, me preguntaron eso en un banco: ¿Y no se acaban los ciegos?”. Pues no. Un bastón tiene una vida útil de dos años (en un país con conciencia ciudadana). Tan solo el pasado año Bastón Blanco 2022 movilizó más de 65 empresas e instituciones del país y recaudó más de 2.8 millones de pesos y 800 bastones blancos de movilidad, gratis para las personas con ceguera y baja visión. “Queremos que los jóvenes sean autónomos, sobre todo en la etapa del bachillerato porque se aproxima el reto de la universidad. Conocemos jóvenes talentosos a los que sus padres prohíben ir a la universidad porque no creen que puedan desplazarse de manera independiente”, concluye Francina con pesar.